El mejor amigo del hombre es el perro. Pero a veces nos preguntamos si en verdad nos quieren o es que hay un interés por medio para hacernos caso.
Un estudio científico que se realizó en Estados Unidos, fue capaz de encontrar respuesta al problema, el doctor Goergy Berns, es neurocientífico de la Universidad Emory en Atlanta y su especialidad es el proceso cerebral del engreído de cuatro patas.
En una entrevista con ‘The New York Times’, decidió averiguar la relación que tenía con su perro después de haber perdido, decidió indagar su relación con él había sido de amor recíproco o si por el contrario, su mascota solo le había dado cariño y compañía a cambio de comida y paseos por el parque. “El conjunto del estudio me ha hecho dar cuenta de cuan similares a nosotros son muchos animales”, comentó el norteamericano.
Agregó:
“El gran impedimento para realizar este tipo de pruebas fue encontrar alguna forma de llevar a los perros a una resonancia magnética y hacer que se queden quietos durante el tiempo suficiente para obtener imágenes útiles”.
El doctor Goergy trabajó con un entrenador de perro para construir un simulador en el sótano de su hogar. El experimento, por así decirlo, fue con el perro de su familia y el objetivo era que aprenda a subir escaleras, que lo separaban de la máquina.
Cuando ya estaba dentro, se tenía que reclinar en un reposacabezas para estar inmóvil durante períodos largos. El proyecto se dio con otros 90 perros.
“Hicimos un experimento en el que dimos perritos calientes unas veces y otras los alabábamos. Cuando comparamos sus reacciones y analizamos el funcionamiento de su cerebro, vimos que la mayoría de los perros respondía igual a los elogios que la comida”
Agregó:
“Ahora, alrededor del 20% tuvo una respuesta más efusiva ante los elogios que ante la comida. Por supuesto, es difícil de saber qué están pensando los animales, porque no pueden hablar. Pero cuando miras sus cerebros te das cuenta de que cómo de parecidos son sus procesos. Te das cuenta de que no son solo cosas”.
También se concluyó que los perros no solo identifican la cara de los humanos como elemento importante, sino que se centran en ello. Esto porque parte de su cerebro procesa dicha información.
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