Jennifer Kubba adoptó a una pequeña gatita naranja llamada Cheese, que desde que llegó a su nuevo hogar empezó la misión de conquistar el corazón de todos. Pero había un miembro en el que Cheese puso toda su atención; Hank, una linda gatita que Jennifer había rescatado cuando solo era una bebé.
Cheese había quedado encantada con Hank, y desde que la conoció empezó a perseguirla por todos los lugares de la casa.
La pequeña gatita quería saber todo sobre Hank, por lo que quería observar todo lo que hacía con sus ojos curiosos.
Hank no se estaba muy cómoda con la pequeña, por lo que respondió con algunos golpes suaves, pero Cheese no se desanimó. La pequeña felina se mantenía cerca de su nueva amiga y se ponía a hacer payasadas para tratar de llamar toda su atención.
Poco a poco, Hank se iba sintiendo más intrigada por conocer a la gatita y trataba de entender sus comportamientos olfateándola de manera más intensa.
Un día, Cheese saltó con confianza hasta el trono de Hank (su lugar favorito en el árbol de los gatos), justo cuando Hank iba a descansar. También la seguía hasta las ventanas y se sentaba en el borde con ella. La pequeña Cheese insistía en copiar todo lo que Hank hacía.
La gatita empezó a crecer aprendiendo de los comportamientos cotidianos de Hank, pues prácticamente ella se había convertido en su sombra permanente.
Jennifer comentó a Love Meow:
«Ella nunca deja de maullar y correr. Siempre está molestando a sus dos hermanas felinas (Hank y Poppy)».
Después de algunos golpes amistosos y de mucho olfateo, Hank decidió que la compañía de Cheese no estaba tan mal y comenzó a disfrutar de ella.
Desde aquel entonces, tomó a la gatita bajo su protección, le mostró otros lugares, le enseño a jugar con cuerdas e incluso compartió su trono con ella. Un día, Cheese vio a Hank durmiendo en la cama de sus humanos, y sin dudarlo decidió seguir su buen ejemplo.
Lo más lindo sucedió hace poco, cuando Cheese se acercó a Hank y se dejó caer a su lado para abrazarla; normalmente Hank se paraba y se iba, pero esta vez se quedó a su lado.
Jennifer agregó:
«No podía creer lo que veía… Ese fue un momento lindo, una sorpresa y el momento más feliz de todo el fin de semana».
Cheese es una gatita muy pegajosa que le gusta tener como medio de transporte el hombro de su humano; le encantan los paseos en hombros. También le gusta jugar con Aspen, un perro Husky que hace parte de la familia y con el que constantemente se acurruca exigiendo su atención.
Otra gata residente, Poppy, no estaba tan impresionada por Cheese, pero ella tomó el asunto en sus propias manos y decidió tomar una siesta a su lado. Ha sido tanta la insistencia de Cheese, que Poppy ha cedido a sus adorables peculiaridades y ha comenzado a compartir su cama con ella.
Ahora, Cheese y Hank se han convertido en verdaderas compañeras de travesuras, creando todo tipo de juegos y desastres en su casa.
Por lo general, les gusta ver a su hermano Aspen jugando a través de la ventana, como si estuvieran teniendo una conversación privada.
No hay duda de que desde Cheese llegó a su hogar para siempre, su misión principal fue ganarse el corazón de toda su familia.