
Según la historia, el ingeniero físico e inventor austro-húngaro Nikola Tesla presenció un suceso asombroso vinculado a su gato llamado Mačak, un evento que sería fundamental en su trayectoria. Tesla relata que, durante un día de clima seco, al acariciar a su querida mascota, notó la aparición de chispas en el pelaje del animal, el cual estaba cargado de electricidad estática.
Este incidente dejó una impresión indeleble en la mente de Tesla y tuvo un profundo impacto en su desarrollo. En una carta enviada en 1939 a Pola Fotic, hija del embajador yugoslavo en los Estados Unidos, el científico compartió este episodio con detalles:
“Estaba atardeciendo y yo sentí el impulso de acariciar el lomo de Mačak. Este era una cortina de luz y mi mano producía una lluvia de chispas lo bastante ruidosas como para que se oyeran en los alrededores. Mi padre, que era un hombre muy docto, tenía una respuesta para cada pregunta. Pero este fenómeno era nuevo, incluso para él».
«Bueno —señaló por fin—, esto no es sino electricidad, la misma cosa que ves en los árboles durante una tormenta. Mi madre parecía alarmada. Deja de jugar con el gato —dijo ella—; puede desencadenar un fuego. Yo estaba absorto en mis pensamientos. ¿Es la naturaleza un gato gigante? Si es así, ¿Qué es lo que acaricia su lomo? Solo puede ser Dios, concluí”.